Se levanta realiza sus movimientos diarios, su rutina de meses, recuerda sus proyectos, analiza sus objetivos.
Sin darse cuenta fabricó un mundo paralelo al real, que gira en torno a su mayor pasión, el deporte. Ese en el que ella nace, muere y resucita cada vez en menos tiempo; como fiel fruto de unir amor, sacrificio y pasión en un mismo momento.
Solo ella sabe de las trabas que se le presentaron y presentarán, pero un camino sin obstáculos quizás no lleve a ninguna parte; también es consciente que cada fracaso supone solo un capitulo más en la historia de la vida y a la vez ayuda a crecer; por eso aprende de ellos y sigue adelante.
Pero la mayoría de las veces su vida se sucede en un abrir y cerrar de ojos, en el que solo respira cuando es necesario, acaricia y patea al mismo tiempo, determina cuando es el momento justo para dejarlo todo; clava su mirada en la línea negra y se deja guiar, hasta el final, ese final en el que no tiene tiempo para creerse muerta, porque resucita en pleno éxtasis, despacio, tratando de digerir tanta emoción atragantada al corroborar lo que acaba de lograr; y es ahí cuando paladeando la satisfacción personal, entiende que no es tiempo perdido el del esfuerzo, sino ganado. Y en una pequeña fracción de segundos se plasma en su mente la imagen de ella misma a los siete años aceptando involucrarse en este noble deporte. Se da cuenta que eligió lo correcto, que no fue en vano tener que dejar todo lo que dejo por esta pasión, en la que se compite con uno mismo y con parar lo antes posible el correr de los segundos.
Para: Coti.
Escrito: MiLi.
Foto: Ambas.